Corporalidad grotesca, la danza oriental que conecta con sentires ancestrales de Latinoamérica..

Pamela Gómez es una artista y performer penquista de 36 años. Hace más de 10 que se dedica a la danza y a la intervención de espacios públicos a través del baile entendido como una instancia para denunciar e impactar. Su vehículo predilecto para este fin es la danza butoh, que se caracteriza por su toque grotesco, con movimientos bruscos, violentos, cargado de expresividad, intensidad y performance.

El butoh es un movimiento artístico y perfomer. Nace en Japón en el contexto de las guerras, ligado a lo marginal y a todo lo que no cabía dentro de los bailes tradicionales que eran pop en occidente. Esta danza no representa algo folklórico ni tradicionalista de la cultura asiática si no que está más ligado a lo underground y a la contracultura, se vale de una estética que reniega del canon tradicionalista que busca imponer que es bello y que no.

En el periodo post 2da guerra mundial surgieron fotógrafos, poetas, performers y artistas no solo de la danza, que trabajaban con la corporalidad y levantaron este movimiento para exhibir el cuerpo japonés desgarrado por las guerras y mutilado por las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Buscando hacerse cargo de esta situación, del cuerpo violentado, es que tenga una estética grotesca y a veces impactante.

“El butoh no busca lo virtuoso, busca una danza honesta y primigenia, por eso tiene estos gestos grotescos, trabaja con la muerte en una sociedad donde todo tiene que ser bonito. Estas estéticas transgresoras pueden generar rechazo, o catarsis. Hay gente que se incomoda mucho, que le hace mal, que se sienten vulnerados, así como otros ven en esta una sincera expresión del cuerpo que pone sobre la mesa temáticas como la violencia y el genocidio. El butoh trabaja sobre la vida y la naturaleza, nosotros buscamos el registro ancestral, en Latinoamérica trabaja con ese cuerpo porque este territorio tiene mucha energía ancestral y actualmente estamos en ese viaje de descifrar esas energías”

Señala Pamela, quién también es fundadora y miembro del colectivo Tekufem, que rescata los valores del butoh y esparce las enseñanzas de esta danza oriental trabajando con distintas temáticas que se exhiben a través de performances en lugares públicos.

Durante 2020 el colectivo Tekufem se ganó un Premio Ceres en la categoría “danza y artes escénicas”. La obra titulada “Püllü” aborda el tema de la espiritualidad lafkenche y el viaje que hace el espíritu a través de las distintas formas de encarnación y también busca definir la evolución y etapas de este viaje.

“Es lo mismo que se habla en el budismo,es el viaje de la trascendencia del alma visto desde la visión ancestral de este territorio y encarnado en el cuerpo butoh. Se aborda el tema de lo mapuche cruzado con lo político con una danza bien cruel y cruenta. Tiene la beta de la crisis territorial. El cuerpo mestizo va viajando entre las capas de su memoria hacia sus raíces y sus ancestros. En esta obra hablamos del camino de evolución que hace la energía y el espíritu. Recibimos muy agradecidos el premio, ya que lo entregan colegas del mundo de las artes, el teatro y la danza, gente con muchos años de experiencia. Por otro lado hay un reconocimiento por parte del público, esta obra caló hondo en quienes la presenciaron como espectadores. Es un trabajo que hemos mostrado muy poco pero tiene una potencia proyectiva que compensa los tres años de investigación y cimentación que nos tomó. Es un reconocimiento que viene de la gente y de nuestro propio viaje de conexión con este territorio. Esta es una obra totalmente independiente y autogestionada, con muchas horas de trabajo gratuito por amor al proyecto”, Menciona Pamela en relación al reconocimiento que obtuvieron con Tekufenn.

Pamela también menciona que a parte de los galardones, protocolos ceremoniosos y reconocimientos, le gustaría que las instituciones y el estado se pusieran más con el arte independiente, ya que desde su perspectiva el rubro esta totalmente abandonado por el estado.

“Como sabemos no hay nada de apoyo en este país, es un país que tiene olvidadísimos a sus artistas. Les gusta hablar y jactarse del arte nacional pero no apañan en nada”.

El butoh persigue una experiencia espiritual y de despertar la consciencia. Se prioriza un movimiento sincero que conecte al performista con su alma para que a partir de esta canalice una energía a través de su cuerpo.

 

 

 

La danza butoh trabaja con lo impactante, genera reacciones al exhibir este cuerpo violentado y mutilado, víctima del genocidio. Hace un aproximamiento sin tapujos a ciertas realidades, mostrando por ejemplo los estados de un cuerpo con frío, con hambre, derruido o en condiciones extremas. A través del lenguaje corporal y la performance busca evidenciar estos estados que aquejan y maltratan la memoria humana.

Pamela relata que el butoh ha vivido un importante desarrollo en América Latina, mucho más que en Europa. Varios maestros japoneses de la disciplina lo señalan así y es que este territorio posee una fuerte carga ancestral ligada a los pueblos originarios de todo el territorio, quienes previo a la colonización europea, vivían en armonía con la energía primitiva de la tierra, desarrollando una armónica concepción espiritual de la existencia. Estas tribus fueron víctimas de genocidio, de la deslegitimación de su autonomía y de un terrible atentado cultural en contra de sus tradiciones, de su cosmovisión y costumbres, las que el conquistador buscó erradicar en pro de la visión cristiana occidental. Esto genera que este territorio posea mucho potencial para ser canalizado a través de la corporalidad que plantea la danza butoh.

Pamela también genera espacios donde la danza cumple fines terapéuticos, de sanación y reconciliación con los traumas y ansiedades. Ella afirma que el mismo butoh puede funcionar como terapia si se aborda y entiende como una liberación de cargas que nos limitan y trauman.

“Es terapéutico porque te lleva a un viaje existencial, es cómo ser un cuerpo vacío un cántaro vaciado sin el ego, cuando tu danzas no eres tu danzando, es el mar, las estrellas, la muerte, la vida danzando en ti, es mas un cuerpo vacío que canaliza una energía divina. Es el lenguaje desde la tierra y otro tipo de conocimientos, que es curativo y viene a equilibrar estos siglos de cabeza, de mente de memoria que hemos vivido con la historia y la sociedad, es sanar los cuerpos mentales, físicos y emocionales”, afirma la performer.

 

Pamela nos relata acerca de una experiencia que vivió relacionada al viaje. Hace unos años recibió una invitación para ir a la selva del amazonas para adentrarse en la jungla y convivir con las tribus y sus costumbres.

“Siempre supe que en algún momento iba a encontrarme con el espíritu del ayahuasca, surgió como invitación y sucedió y se concretó. Es una experiencia tan potente que me cuesta describirla con palabras y de forma acotada, para no caer en clichés puedo describirlo como una muerte, una purificación del ego. Es un reset de todo lo que creemos que somos, de las cosas que defendemos, de nuestra identidad, de nuestra psiquis, de nuestra personalidad. Todo eso muere. Uno entra en contacto con la selva, con el ayuno, con la ayahuasca y con toda esa experiencia que es mucho más extensa que solo tomar la bebida. Estar en esa fertilidad, en ese espíritu. Hay muchos espíritus en ese lugar, mucha vida y muchos seres. Seres visibles e invisibles como un mundo mágico, empiezas a percibir esa multiplicidad de energía y vida que pasa a través de ti cuando estas puro y limpio, cuando estas reseteado, es una experiencia muy física. Me ayudó a canalizar sensaciones y estados muy parecidos a los del buttoh, pero que esta vez ocurrió a través de una planta de sabiduría ancestral” puntualiza Pamela respecto a su experiencia con esta milenaria planta.

Consultada sobre el futuro del colectivo Tekufem y su rol como perfomer, la artista afirma que no cree en proyecciones ni en poner cargas o expectativas a los sucesos que aun no acontecen.

“Solo creo que en la medida que sigamos vivos y sintiendo como artistas, podemos ir formulando un arte que tenga sentido. Ojalá siempre seguir indagando, investigando. Creciendo juntos y por separado, entendemos al colectivo como una unidad, un organismo vivo que nos involucra a todos. Nos interesa seguir transmutando vivencias y energías a través de la expresión de nuestro cuerpo”

Lo que si es seguro es que la energía creadora de consciencia y artística con la que Pamela sintoniza, seguirá expandiéndose y encontrando espacios para ser compartida y exhibida. Desde Simporta BB esperaremos con ansias el fin de la pandemia e invitamos a quienes leen a estar atentos para cuando las calles se llenen otra vez con danzas y alegorías, donde el butoh de seguro estará presente con su grotesca belleza y su mensaje de liberación espiritual.

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